Un psíquico trabaja para la policía en el
caso de un asesino en serie. El psíquico ve el pasado, el presente y los
posibles futuros. Hasta ahí no hay mucho de original.
Lo interesante está en el asesino. La
película tenía mucho potencial. En realidad aprovecha bastante bien algunas
cosas. Lo de adivinar posibles futuros se presta a algunos trucos curiosos,
como jugar a suprimir algún personaje importante. Y, a veces, para suprimirlo
realmente. También la cámara juega con esos futuros, multiplicando personajes
en posibles acciones.
En ese sentido está bastante bien, es
sugerente y propicia algunas buenas escenas. Me encanta, particularmente, la
secuencia del joven abogadillo con su botella de champán.
Pero, como digo, desaprovecha su potencial. La
premisa es tan potente que se queda corta en su desarrollo y, desde luego, en
su final.
Anthony Hopkins,
Jeffrey Dean Morgan, Abbie Cornish y Colin Farrell
cumplen, pero tampoco son unas interpretaciones memorables.
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