-Oh,
Dios. Esto es un culebrón
cuando yo no estoy.
Jeffrey Dean Morgan fue un buen sustituto para Kalinda. No pudo igualarla, claro, pero
funcionó genial como ese detective privado tan honrado como canalla, tan
displicente como encantador. Los ojos le hicieron chiribitas cuando vio a Alicia
y…
Oh, Eli. Cómo maneja el lenguaje. No
necesita la verdad. Necesita una verdad adyacente. Por cierto, me encanta
Marissa, su hija, la única capaz de torearle. La frase inicial de la entrada es
suya y sí, es uno de los problemillas de esta temporada: demasiado culebrón.
En fin. Se acabó otra gran serie. Con muchos
altibajos, cosas flojitas, tramas no muy bien cerradas pero, pese a todo, una
gran serie. Grande por sus enormes personajes, por esa capacidad de presentar a
secundarios e, inmediatamente, convertirlos en maravillas. Ahora sí que hay que
ponerse a escarbar para encontrar una serie grande.
-Abróchate el cinturón. Mañana verás lo loca
que puede ser una democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario