Icíar Bollaín
y su marido Paul Laverty vuelven a unirse en la dirección y guión.
El guión es muy Laverty. Gente
currante viviendo al límite, políticos corruptos, corporaciones empresariales
podridas. Hay algunas cosas un tanto artificiosas por no suficientemente
explicadas. Ese arranque de Alma tirando huevos al coche del jefe o esa estatua
de la Libertad, aunque tenga su carga metafórica y divertida.
La dirección es muy Bollaín. Dirige
bien a los actores, logra encuadres preciosos, permite que la historia fluya
con buen ritmo.
Genial Javier Gutiérrez, un tío que
saca la comedia en medio de la situación más dramática. Su credulidad y su
confianza en la gente son la fuente de todas sus desgracias.
-¿Dónde está el cura? ¿No habíamos quedado
con él aquí?
Una película agradable, simpática, un poco
triste, que plantea bien los conflictos pero que no los aprovecha del todo.
Deberíamos saber algo más de las chicas alemanas, de la movida Facebook, de
Rafa que es un tío estupendo.
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