Better Call Saul es un modo único de hacer series. Hacen lo que quieren, al ritmo que quieren.
Sin preocuparse por un final de tensión, capítulos abiertos en suspense,
duración de tramas…
La vida de unos personajes al ritmo de la
vida. El día a día. Lo cotidiano. Aunque, claro, para ellos, lo cotidiano, está
marcado por la abogacía y el delito, el timo y la trampa, el engaño, los celos,
la competencia profesional…
No me engancha del mismo modo que otras
series. Pero sus detalles, su atención a las pequeños cosas, las tramas
secundarias, esos diálogos esmerados, están llenos de calidad. Lo mencioné hace
poco con The Catch. Better Call Saul es lo más opuesto
que hay a los productos de Shonda Rhimes. Nada de prisas. Hay que exprimir cada momento
porque en todos ellos existe la posibilidad del drama.
Sin prisa y sin pausa. Así es como se mueve
el universo de Jimmy McGill. Pero ya tengo ganas de llamarle Saul.
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