-¿Toda esta lluvia podrá lavar la sangre de
mis manos?
Tenía ganas de verla porque quedó colgada en
su momento, pero…
No es Shakespeare. No es Macbeth. En las escenas de acción es
una versión de 300 o un
capítulo de Espartaco. Con
mejor gusto en una línea oscura y sórdida. Pero la sensación de tebeo perdura.
Esos ralentís, esos filtros, esa fragmentación del montaje está a años luz del
tono teatral.
Quizá es bueno alejarse de lo teatral, pues
esto es cine. Pero no a costa de acercarse al cómic. Todo esto en cuanto a las
batallas. Porque el problema fundamental son los diálogos. O, mejor dicho, el
modo de recitar los diálogos.
No se puede filmar una historia de ambición
y locura con diálogos que rozan lo desapasionado, la indiferencia. Cualquier diálogo
de Shakespeare está cargado de tensión, parece nuevo, nunca escuchado.
Aquí los personajes casi se duermen mientras los recitan. Y de pronto, un
estallido histriónico. Como para compensar.
Una rareza que no funciona. Le falta toda
(toda) la fuerza psicológica de Shakespeare, que no puede ser sustituida
por muchas gargantas cortadas y muchas tripas que muestres.
Bueno, creo que Justin Kurzel se lo
ha tomado como un ensayo antes de Assassin’s
Creed. Sí, un videojuego estará más a su nivel. Macbeth le queda grande.
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