A Deadpool
le venía lo del Mercenario Bocazas porque se pasaba dos pueblos. Un rasgo de su
mente enferma. En los cómics hacía más cosas. Se pegaba con los buenos, con los
malos, de pronto pasaba de todo, de pronto entraba a saco en un lío que ni le
iba ni le venía y profundizaban en otros muchos problemas de su mente. Un
supervillano de funcionamiento anárquico. Sin objetivo.
Aquí es justo lo contrario: tiene un
objetivo en mente y no hay quien le apee de la burra. Y eso le hace perder
cualquier aliciente.
En la peli se limita a desmadrarse. Más
basto que un bocata de uralita. Algunos han señalado que más que Deadpool parece Kick-Ass. En realidad se parece a Resacón en Las Vegas con dos escenas
de acción.
No es que lo compare con el cómic. Es que es
un tío guarrete con máscara y ya.
Me aburrieron sus decenas de volteretas
aéreas laterales, me aburrieron los 20 minutos finales con la interminable
pelea, me aburrió la extensísima duración del laboratorio, me aburrieron los flashback. Lo montan de esa manera para
que la gente no bostece pero, incluso así, bostezan.
Hay muchísimos fallos de racord, pero en fin, se ve que todo les
da igual.
Lástima. A mí siempre me gustó más que el
Joker, pero le han hecho un flaco favor. Tan decepcionado con ella como el año
pasado con Los 4 Fantásticos.
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