Sorrentino se despacha una peli
de medio pelo. En mi opinión. No tiene la estética de Un lugar donde quedarse, ni el fondo de Las consecuencias del amor, ni la apabullante planificación
y estructura de La gran belleza.
La juventud, la juventud… En realidad no habla
de la juventud. Él cree que sí. Pero no. Habla de la vejez. De cómo la vejez
percibe la juventud. Con una mezcla de nostalgia, de superioridad, de pérdida.
Un balneario al que acude gente del cine, la música y la moda. Muchas caras conocidas y poco que contar. Los viejos verdes echan
de menos sus buenos tiempos, los viejos nostálgicos buscan sucedáneos y los
viejos llorones pretenden dar lecciones.
Los jóvenes (como las personas de cualquier
otra edad) hacen lo mejor que pueden con sus vidas. Sorrentino cree que
son unos insensatos porque no aprovechan lo que tienen. Parece no darse cuenta
de que los maduros y los viejos deberían de hacer lo mismo.
Tiene algunos momentos magníficos, una atmósfera casi mágica y un buen final (estéticamente), pero es una película bastante vacía. Me ha decepcionado bastante.
Esperaba más de él en forma y fondo. Sobre todo porque, si están Michael Caine, Rachel Weisz, Paul Dano, Jane Fonda y Harvey Keitel, confías en que hagan algo más que lamerse las heridas.
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