Primer acto: la biografía de un tipo, criado
en el circo y en las calles, funambulista y mago, ajeno a los clásicos
comportamientos sociales. Segundo acto: la planificación de una idea
descabellada. Tercer acto: los preparativos ilegales (porque nadie le va a
conceder permiso para una idea descabellada) para poner el plan en marcha.
Cuarto acto: la ejecución, el plan loco, el hecho.
Más o menos media hora cada acto.
Con esta estructura Zemeckis logra
que la película se sostenga, que la trama mínima (un tipo andando por un cable
suspendido entre las Torres Gemelas) tenga interés. Joseph Gordon-Levitt
se curra su personaje y lo hace creíble, gracias también al siempre eficaz Ben
Kingsley.
Una peli sugerente, uno de esos retos que
los humanos superamos simplemente porque están ahí, porque nos llama el deseo
de conquistar todo cuanto pase por nuestra imaginación.
Hay algún recurso tramposillo para mantener
la tensión (esa flecha) pero es fácil dejarse enganchar.
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