Lo único estético de esta peli es el póster.
Para ver si cuela. Lo demás ni es estético ni es un cuento. Bueno, quizá para Matteo
Garrone lo es, pero no para el resto de los humanos.
Lo que para Garrone es comedia el
resto lo vemos como drama. Una de acción sería una peli de torturas. Una
romántica un drama sexual. Un musical sería un baño de vísceras tiroteadas.
Garrone no busca en ningún
momento la estética del cuento. Ni siquiera la estética de la realidad: afea la
realidad cuanto puede. Todo es grotesco. Es lo que él llama realismo, pero no
lo es. Es su visión de un mundo corrompido donde las relaciones humanas se
basan en la manipulación de los otros.
Hay escenarios trabajados estéticamente, sí.
Los escenarios. Pero luego vienen los humanos, dejando patente los instintos
animales, como si algo externo al hombre crease la belleza y nosotros
viniésemos a enmarranar cuanto tocamos y convertirlo en estercolero.
No me gusta esa visión tan negativa de Garrone
acerca de la naturaleza humana. Me ha costado digerirla. Lo de la pulga (qué
asco) tuvo su gracia.
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