Hace mucho tiempo comenté la semejanza entre los western y la ciencia-ficción de aventuras. Aquí está un ejemplo en toda su pureza. Un western con algunos robots, drones y aparatos futuristas.
El agua escasea, no llueve. Canalizarlo es
un negocio que mueve dinero y gente: trabajadores de tuberías,
aprovisionadores, fabricantes de robots… La familia Holm se mantiene en sus
tierras contra toda esperanza.
La película es la historia de un asesinato y
una venganza. La venganza de Jerome Holm. Y, como toda buena venganza, se sirve
fría.
El peso de la historia lo lleva un reparto
joven (Elle Fanning, Kodi Smit-McPhee, Nicholas Hoult),
obligados a madurar rápidamente en un entorno tan hostil. Una peli que
aprovecha al máximo el presupuesto y donde la aparente frialdad deja traslucir
los caracteres. Me recordó a veces a Gigante
(cambiando el petróleo por el agua).
Entretenida y, desde luego, diferente.
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