El desconocido juega con una de esas tramas de tensión en
un ambiente reducido. Un hombre que no puede levantar el trasero de su coche o
una bomba explotará. Como en muchas pelis de este estilo, hay un problema: los
giros y las sorpresas son necesarios para mantener la atención y avanzar en la
historia. Y, claro, en ocasiones, son muy inverosímiles.
En cualquier caso supongo que suspendemos la
incredulidad cuando nos enfrentamos a una apuesta así. Aceptamos casi todo con
tal de que nos entretenga. Y El
desconocido lo logra. Entretiene con solvencia y podemos aceptar
ciertas cosas en beneficio de la trama.
Lo del poli palurdo, pensando que Luis
Tosar es el malo, es lo más difícil de sostener. Un tío empeñado en luchar
contra la lógica y lo obvio.
Y me alegró mucho, mucho, ver a Tosar en otro
registro y que sí funciona. Porque la comedia no es lo suyo. O no lo es de
momento. Aquí está bien como ese tiburón financiero quebrado en su orgullo,
avergonzado, temeroso, llorando, moqueando.
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