No es la típica película de Morgan
Freeman pero sí es la típica película de Diane Keaton: una nadería.
Cualquiera que haya comprado y/o vendido un
piso sabe que es un tostón. Así que,
¿qué razón existe para presenciar durante hora y media cómo lo hacen otros?
Tienes que ser Shakespeare para poder escribir una historia de hora y
media en la que todo consiste en enseñar pisos, ver pisos, debatir precios,
hacer ofertas y contraofertas.
Porque no hay nada más. Ni moraleja ni
mensaje oculto ni propósito. Diane Keaton y Morgan Freeman
quieren vender su piso y comprar otro. ¿Ves? Ya me estoy repitiendo.
Los flashback
están muy mal introducidos y la otra pequeña subtrama es de lo más tonto que he
visto este año.
Un rollo.
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