Un pastiche de cosas variadas que no
funcionan ni por separado ni juntas.
Es verdad que si Jason Bourne tiene derecho
a un programa para convertirse en una máquina de matar, si James Bond tiene
licencia para matar, entonces los jovenzuelos con mentalidad adolescente
también tienen derecho a que hagan lo mismo con ellos.
Al chaval de la peli se lo hicieron. Pero
ahora no se acuerda. El tío tiene una novia con la que pasa el día fumando
maría. Y entonces las cosas se tuercen y descubre que es un fenómeno.
Lo que nadie alcanza a entender es el porqué
de esa búsqueda de un tono dramático en una gansada semejante. Forzar la línea
del drama, de quién soy yo y quién eres tú, es un error enorme. Pero por otra
parte está la operación de la CIA que es un chiste sin gracia alguna, una broma
poblada de ineptos risibles.
Jesse
Eisenberg y Kristen Stewart
no tiene muy claro si están en una comedia, un drama o una de acción. Y se
nota.
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