No me gusta. Ni siquiera puedo aceptar su
punto de partida. Hay niños pequeños con una percepción extraordinaria de las
matemáticas, geniecillos que pueden percibir las Ciencias de un modo singular.
La ciencia tiene un lenguaje unívoco y, por tanto, es posible.
Pero la poesía, no. Un niño de 5 años con un
supertalento para la poesía no es posible. No existe. No sabe qué es el paso
del tiempo, la experiencia, el amor, el dolor, la culpa, el arrepentimiento… Un
niño de 5 años no posee el conocimiento de la riqueza de las cosas pequeñas y
de los grandes dramas. No ha vivido lo suficiente.
Podría haber servido como símbolo, como
metáfora, y entonces habría estado bien. Pero la deriva del argumento no va por
ahí. La historia deja de ser la del niño para ser la historia de la profesora,
una señora que, bajo la apariencia de cordura básica, está bastante trastornada.
Creo que los críticos que ponen bien a esta peli
tienen poco respeto por la poesía. La de verdad. Y tampoco es nueva la idea de
que el actual sistema educativo destruye la creatividad y busca lo práctico. Si
a alguien le ha parecido una idea nueva es que el sistema educativo ha
triunfado con él.
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