Cuando empieza la guerra entre Georgia y
Abjasia, los estonios residentes en Abjasia regresan casi todos a su país. Sólo
unos pocos quedan en las aldeas.
Tras un tiroteo, el estonio Ivo recoge a dos
heridos, un georgiano y un mercenario checheno. Convalecientes, ambos enemigos
se verán obligados a convivir en la casa de Ivo. Tomar el té, escuchar música,
hacer una parrillada, comer mandarinas.
Lo que ocurre es una evidencia del absurdo
de la guerra, la estupidez bélica.
Pero no es previsible. Para nada. Crees que
te la sabes, que adivinas lo que ocurrirá, pero la peli juega muy bien sus
bazas.
Muy sencilla, casi minimalista, con pocos
personajes. Es una anécdota, pero muy bien desarrollada, exprimiéndola en sus
posibilidades.
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