La peli levantó ampollas en Francia y no me
extraña. Tiene un estilo bastante documental y el retrato que hace de un
hospital parisino es casi tercermundista. La escena del carnaval, con los
médicos borrachos, se las trae.
Un residente de medicina interna comienza a
trabajar. Su primera guardia. Muere un paciente porque el ECG no funciona. Otro
caso difícil: cuidados paliativos o seguir intentando. Ensañamiento médico.
Falta de material.
Interesante y con ritmo. Con sólo dos casos
principales, muestra un amplio panorama acerca de las personas, los elementos
esenciales para bien o para mal.
Tal vez exagera, tal vez las cosas son así.
En cualquier caso ahí está el juramento hipocrático como eje de la trama: las
muchas veces que no se es fiel a él, las que sí, las que uno quiere cubrirse
las espaldas, los protocolos sin sentido.
Y mientras, en la tele del hospital, echan House.
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