Simon Axler es un actor ya anciano en horas
bajas, confunde realidad y ficción, tiene alucinaciones y practica estúpidos
intentos de suicidio. Pasa por el psiquiátrico. Sale. Intenta rehacerse.
Y mientras está en ello recibe visitas un
tanto… raras. O surrealistas. Una lesbiana colada por él, la amante de ella, la
antigua amante de ella que ahora es un hombre, una mujer que quiere que mate a
su marido… Lunáticos apareciéndose en su puerta. Y su agente le propone hacer anuncios
de champú. O igual se lo está imaginando todo.
Hace muchos años que Al Pacino no da
pie con bola. En esta película no vuelve a interpretarse a sí mismo. Ya ni se
molesta. Hace de sí mismo. Cosa que no está mal porque contribuye más aún a esa
mezcla de realidad y ficción. Pero agotan todos esos tics histriónicos.
Van apareciendo por ahí Greta Gerwig, Dianne
Wiest, Kyra Sedgwich… La película tiene algunos puntos graciosos
pero está bastante vacía. Habría funcionado muchísimo mejor como comedia que
como el drama que pretende ser. Es como la pariente pobre (paupérrima) de Birdman.
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