Cuando comenté Maps to the Stars, dije que Cronenberg aspiraba a ser Paul
Thomas Anderson. Debí especificar que me refería a Paul Thomas Anderson
el bueno, el de Magnolia y Pozos de ambición.
Porque para parecerse al Paul Thomas Anderson de Puro vicio no es preciso mérito
alguno. A decir verdad creo que el problema consiste en que Anderson no
tiene talento para la comedia. Y Puro
vicio tiene mucho de comedia absurda y surrealista, de tontería
gratuita, de broma sin gracia.
Hasta la hora y veinte, lo confieso, aún le
veía posibilidades. La trama detectivesca, mal que bien, tiraba para adelante.
A partir de ese momento es un lanzarse por el precipicio sin red, un delirio
total sin sentido.
Ambiente y fotografía setentera están
currados. Lo demás, un espanto. Bueno, Joaquin Phoenix también está
bien, con esa barba a lo Lobezno,
pero mucho peor recortada que la de Hugh Jackman.
El carné de listillo deberían dárselo a todo el
mundo cuando ya está muerto. Los humanos somos muy vanidosos, enseguida nos lo
creemos y pensamos que cualquier majadería que se nos pasa por la cabeza ya es
valiosa. Y no, tío, qué va.
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