7/2/15

El destino de Júpiter

Pues ya está aquí la última pedrada visual de los Wachowski.
En serio: no sé qué carajo es esto.
Se pueden perdonar cosas. Se pueden perdonar los aerodeslizadores de Regreso al futuro, el prota en plan rescate Terminator, los signos de ovnis en maizales, la boda estilo La princesa prometida, el popurrí de cositas tontas que pueden excusarse bajo el término de referencias.
Pero hay situaciones inexcusables. La trama de la burocracia. Esa trama… Estoy seguro de que es la escena más desubicada de un argumento que yo haya visto en mi vida. Una mezcla entre El proceso de Kafka y el surrealismo de los Monty Python. Sólo rivaliza en desentonar con otra que viene poco después: la pelotera de la familia rusa en el apartamento. Estas dos escenas tan sin sentido… En fin. ¿Estaban borrachos? ¿Se confundieron con el metraje de otra peli? ¿Estaban borrachos y se confundieron?
Después de ver estas dos escenas tan inconexas pensé: ahora van a salir los minions, ya verás.
Entre el humor voluntario sin gracia y el humor involuntario tronchante te das cuenta de que la trama no tiene ni pies ni cabeza. Pero es que el argumento, mira tú, es lo de menos.
Y la cursilada de las abejitas. ¿Cómo es posible escribir semejantes gilipolleces y esperar que un actor las recite con naturalidad?
Total, que los Wachowski han conseguido al fin abandonar el título de “los tíos que hicieron Matrix” para conseguir el de “los tíos que destrozan cuanto tocan”.
Cine de garrafón.

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