Esta es una de esas pelis japonesas animadas
que tiene lo mejor y lo peor del anime.
Lo mejor: una calidad gráfica apabullante de
un nivel de hiperrealismo que bordea lo increíble. Los americanos aún no han
llegado a ello y hacen bien. Como no puedes llegar al realismo total es mejor
adoptar un diseño animado, más simple, más caricaturesco, más expresivo. Pero
los japoneses son japoneses y trabajan cada pelo, cada ojo, cada reflejo,
sombra, luz. Una animalada de esfuerzo.
Lo peor: un punto de partida que resulta muy
inverosímil y con el que resulta difícil conectar. Un desarrollo de batallitas
espaciales destinadas únicamente al lucimiento de los diseñadores. Un final en
plan metafísico hortera que no hay por donde cogerlo y en el que todo sigue más
o menos igual que estaba. Los friquis pensarán que es super-profundo y el tío
normal (tú y yo) pensaremos que vaya chorrada.
Pero ya digo: visualmente alucinante. Eso no se lo
quita nadie.
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