Yo me enteré tarde de que los gobiernos
están para controlarnos y manipularnos, no para protegernos. Por eso no tomé
medidas. Apenas sé disparar, no tengo un búnker con bodega bien aprovisionado
y, si tengo que hacerme un pasaporte falso, no sabría a quién acudir.
Pero el protagonista de la peli, más joven,
de una generación más tecnificada, supo la verdad desde pequeño y se convirtió
en hacker. Y sabe que ni el FBI ni la NSA ni ninguna otra agencia, le
resolverán los problemas. En todo caso los agravarán.
La película es medianamente entretenida. Yo
la concibo en términos de cine de acción para adolescentes, aunque hay
determinados asesinatos de una violencia explícita y bestia que rompen el tono
elemental de la película.
Y, claro, hay que tener en cuenta que yo estaba ahí
porque dirigía Michael Mann. Y a Michael Mann tenemos derecho a
exigirle mucho más. Muchísimo más. Para ver un artefacto sencillo ya tenemos El Niño.
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