Primer protocolo: el robot no puede dañar
ninguna forma de vida.
Segundo protocolo: el robot no puede
alterarse a sí mismo o a otros robots.
Las tres leyes de la robótica de Asimov resumidas y levemente
modificadas. Como se ve el tema no es nuevo. Tampoco lo son algunos toques (más
bien homenajes que imitaciones) a Blade
Runner y Wall-e.
Vaucan (Antonio Banderas) trabaja en
la aseguradora de robots ROC. Hay sospechas de que los robots están actuando
por su cuenta. Eso es imposible, claro. Hasta que Vaucan descubre a uno
suicidándose.
Me gustó. El guión sabe romper con tópicos y
crea una atmósfera minimalista, misteriosa, sugerente. Las cosas transcurren
despacio en ese desierto radiactivo, pero la fotografía crea un ambiente
desasosegante.
Lo mejor es que es más lo que sugiere que lo que
cuenta. Tal vez el final debería haber contado algo más de lo que sugiere, pero
para los que gusten de robots tipo Asimov es bastante apañada.
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