Sabía que Robert Rodríguez se había
echado a perder y sabía que Sin City: A
Dame to Kill For había sido un desastre. Que no se estrenase en este
país la secuela de un bombazo taquillero era una señal inequívoca. Que fuese
tan mala, tan, tan mala, no me lo podía creer.
No hay la más mínima emoción, no tiene el
menor interés, no logra sorprender en ningún momento, la voz en off casi continua es un tostón, el guión
una pesadilla.
Y la estética, por más que el blanco, el
negro y los colorines tuviesen su cosa en la película original, aquí quedan
destrozados por montajes absurdos, sin criterio, sin razón de ser. Acelera,
para, cámara lenta, siluetas, ahora sí, ahora no, después otra cosa, la primera
que se le viene a la cabeza venga a cuento o no.
Pesada. Muy, muy pesada. Un pecado, sin film.
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