El trabajo de Mr. May es localizar parientes
de difuntos no reclamados por nadie. Y sí: su vida es tan gris como cabe
imaginar.
Muertos que mueren solos investigados por un
vivo que vive solo.
Historia minimalista. Si esperas acción y un
ritmo trepidante debes abstenerte. Vemos cómo Mr. May investiga a un hombre con
una vida extraña como todas, quizá un poquito más extraña. No hay nada más.
Así, pues, cine indie tirando a sencillo que
invitaba a un final abierto.
Pero ahí está la cosa: el final me parece
magnético, genial, dramático, cómico, trascendental. Me consta que hay gente a la que
le irrita pero a mí me pareció sensacional. Y me recordó bastante a Las consecuencias del amor.
Eddie
Marsan interpreta muy bien a
ese hombre del montón, solitario, lacónico, que ama su trabajo y que no pide
nada más a la vida.
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