-Cuesta creer que hayan pasado 6 años desde
que comencé a estudiar los extraños y maravillosos secretos de Gravity Falls,
Oregón.
Ahí empieza, más o menos, Gravity Falls. Esas son las palabras
que Dipper y su hermana Mabel leen en un extraño diario (tomo 3).
Gravity Falls es, también, la única serie animada
americana de este estilo que logra captar mi atención. Phineas y Ferb tenían su punto pero no me engancharon. Gravity Falls no es Los Simpson* y sus parodias
facilonas, no es Padre de familia
y su pretensión facilona, no es South
Park y su iconoclastia facilona, no es Hora de aventuras y su deliberado aire indie facilón.
Es una aventura loca, muy loca, llena de
secretos y misterios A veces me recuerda a Expediente X y otras a Twin
Peaks. No en plan referencial. Me refiero a un… aroma. Un Twin Peaks infantil que, por
definición, no es nada facilón. Es auténtica, no pretende ser la mejor a
cualquier precio. Quiere divertir y punto. Y yo se lo agradezco mucho. Ya está
bien eso de intentar vendernos dibujos animados realizados a toda prisa como si
fuesen obras maestras de arte.
Vacaciones de verano, una imaginación
desbordante y misteriosas aventuras.
-Este es el tipo de cosas que un padre
responsable no querría que hicierais. Menos mal que soy el tío.
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*Véase, por ejemplo, el homenaje obvio, simple y
directo que dedican a Miyazaki en Los
Simpson y el que realizan, ciertamente mucho más sutil, en Gravity Falls 1x12
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