Helen Mirren está sentada en una
silla, de espaldas a la cámara. No lo vemos pero sabemos que se dispone a comer
una tortilla francesa. De repente su espalda se estira y se pone totalmente
rígida en dos tiempos. Sólo por ese plano merecería un Oscar ahora mismo.
Mirren tiene un restaurante.
Una estrella Michelin. Lleva 30 años intentando obtener la segunda. Y, de
pronto, una familia hindú instala su propio restaurante frente al suyo. 10
metros separados por la carretera.
Otra peli de ese género nuevo que es el
romántico/culinario. Ideal para Lasse Hallstrom. Previsible por
completo. Pero me gustaron muchas cosas: interpretaciones, fotografía
colorista, un par de escenas bastante logradas.
-Para comer hay que matar. Crear fantasmas.
Almas que se dispersen en cada uno de los ingredientes.
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