Empezó siendo una serie policíaca en la que
se insertaba la vida personal de los protagonistas.
Luego se convirtió en un culebrón en el que
se insertaban algunos delitos que ocurrían en la ciudad.
Lo peor es que al principio los casos
policíacos, aun sonando a ya vistos, tenían ciertas variaciones que los hacían
muy interesantes por el modo diferente de resolverlos, según la personalidad de
cada protagonista. Después los casos policíacos eran un chiste insertado entre
los follones sentimentales de los protagonistas porque, para entonces, todo el
mundo se había liado con todo el mundo dentro de la comisaría 15.
Al principio esperaba poco y me ofreció
mucho. Luego me ofreció mucho y me dio nada. A falta de una temporada (o la
última media temporada, según quién), no creo que pueda terminarla.
La primera gota que colmó el vaso fue el
secuestro de Christian y la paternidad no conocida. Ahí estuvo claro que ya no
sabían qué inventar. Y el colmo de los colmos fue que la muy borde y hetero
Peck se convirtiese en la muy tierna y lesbiana Peck. La evolución psicológica
más desastrosa que he visto jamás. Lo habría entendido en cualquier otra.
Pero... ¿Peck? ¡Con lo genial que era como aborrecedora de la humanidad!
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