Chesterton narraba en La esfera y la cruz la historia de
unos personajes que acababan en un manicomio. Pero eran los cuerdos quienes
estaban dentro. Los muros del manicomio eran hacia fuera. Era el resto de la
humanidad quien quedaba del otro lado, verdaderamente loca.
Algo de eso me recordó la película en su
primer tramo. John es tecladista y compone canciones pop. Un día conoce a
Sononprfbs, cuyo líder es Frank. Frank lleva una máscara. Oculta su rostro
porque le asombra tener ojos, nariz, labios, la piel suave. Es el asombro ante
el milagro de lo cotidiano. Le asombra el chirrido de un picaporte, un hilo
deshilachado, el ruido sordo de un salto en la yerba y emplea una notación
totalmente nueva. La música empieza desde cero.
¿Quién está loco? ¿Frank y sus colegas o John?
¿Hay que decantarse entre creación o fama?
No me gusta desde que salen de su manicomio
particular. Ese intento de acceder a la fama y ver si son compatibles.
Extraña película, tan alternativa como la
música de Sononprfbs, caminando por derroteros inesperados y movedizos. A veces
aburrida, a veces muy inspiradora.
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