-Aquí viene la pelirroja.
The Killing siempre fue oscura. Oscura en sentimientos,
en emociones, en las vulnerabilidades del ser humano. En esta cuarta temporada
se vuelve aún más oscura. Incluso agobiante.
Linden carga con la conciencia de su propia
crimen, con su negro pasado familiar (su madre, su hijo) y, al mismo tiempo,
tiene que tocar las narices del estamento militar, especialmente a una coronel
que tiene un carácter de perros similar al de ella. Y a Holder se le va la
pinza muchísimo.
Dos cosas me chirrían un poco. La primera es
que sea el poli vago el que encaje las piezas. La segunda es que a Jewel
Staite siempre la veré como la mecánico de la nave espacial Serenity.
Pero me encantan miles de pequeños detalles.
Holder derritiéndose ante unos patucos azules o Linden cargando con ansiedad su
nueva pistola. Después de dos muertes y dos resurrecciones cierra
definitivamente. Lo hace con un final de gran altura.
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