Una película descarnada, con muchas vísceras
colgando y muchísima sangre, tal y como le gusta a David Ayer. El tío se
echa la cámara al hombro y dirige con mucho movimiento documental, mucho primer
plano y mucho realismo.
Hasta donde puede, porque si contratas a Arnold
Schwarzenegger es para concederle una escena a su nivel.
En general no está mal, aunque me chirrió
bastante la inverosimilitud de un unido grupo de la DEA que empieza a
traicionarse entre sí. Desde luego el principal problema es el contraste entre
el equilibrado comienzo en plan The
Shield y un final con toque de despiporre.
En cualquier caso me gustó que, tanto a Mireille
Enos como a Josh Holloway, se les reconocía antes por la voz que por
el físico. Ella como una policía drogadicta hiperactiva (radicalmente distinta
a The Killing) y él moreno y con
perilla.
Y ver a Enos usando el maletero de
ese coche como base de combate también estuvo bien.
Es otra más de acción del montón. Ni mejor ni peor que
otras muchas.
Con muchas vísceras colgando.
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