No es un buen día para Niko Fischer.
En realidad hace dos años que no tiene un
buen día.
Se limita a deambular por Berlín. Y se
encuentra con gente. Gente que le cuenta historias. Porque aunque Niko Fischer
tiene una historia, él es la excusa (el errante disponible, la oreja sin nada
que hacer) para relatarnos las historias de otras gentes.
Me ha gustado bastante. Tiene algo del
hálito de los primeros trabajos de Wim Wenders, algo de Jim Jarmusch,
algo de Truffaut. Y esa extraña lucidez que descubre el humor
surrealista tras el drama cotidiano de cualquier vida.
Y también frases que significan muchísimo
más de lo que parece.
-Con todos estos vidrios rotos ya no podré
ir en bicicleta.
Ese hombre no murió esta noche. Murió hace
60 años: el poder del nazismo rompiendo la infancia.
Y el café como metáfora de reinicio,
comienzo de la vida y el cambio.
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