Todo empezó con el encubrimiento de una
mujer que atropelló accidentalmente a un perro. Pero ni fue un accidente, ni
fue un perro, ni la mujer era lo que parecía.
Me gusta.
Me gusta que sean 5 capítulos.
Me gusta cómo Arnott, de anticorrupción,
trata de ligar con una poli que es una agente encubierta de anticorrupción. Y
dura. Una tía dura, dura.
Me gusta que, lo que tienen contra Tony, el
policía más laureado, es una tontería, pero se mete en tal lío, se complican
tanto las cosas, está todo tan embrollado que la principal acusación es por los
motivos equivocados y no hay forma de que pueda arreglarlo.
Me gustan esos momentos crudos e
inesperados. Más crudos de lo que uno podía esperar.
Me gusta esa ambigüedad moral en la que casi
todos se mueven, ese gris en el que se encuentra el agente Arnott, tan honrado
él, y a punto de irse al negro.
No me gusta lo del vaso. Coño, no hay nada
más fácil que deshacerse de un vaso. No es un elefante, demonios. Y toda esa
trama no sirve para nada.
No me gusta eso de resolver la situación
fortuitamente con un camión. Eso es ir por el camino fácil.
Pero en conjunto muy bien. Otra serie
británica bastante apañada. El
Príncipe sí podría aspirar a esto. Pero no lo hará. En ese país
queremos culebrones amorosos, no calidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario