En The Grandmaster el Kung Fu es lucha, es baile, es metáfora política, es una concepción del mundo y es honor. Pero es, sobre todo, estética. Una estética del movimiento en un estilo barroco, recargado y operístico. Son maravillosas esas peleas sobre la balaustrada o en la estación de trenes.
Pero por encima del espectáculo de las artes marciales, la película es la historia de un hombre que ama el Kung Fu. Y con su biografía veremos la historia de China en el siglo XX, centrándola, por supuesto, en los años 30 y 40. Pero es también una historia cargada de nostalgia, la memoria del pasado, enormemente melancólica por aquellas cosas que no volveremos a ver.
Y la historia de un amor imposible. Esa conexión que se establece durante unos minutos, un combate de Kung Fu entre un hombre y una mujer, marca toda la trama. Un amor que nunca se verá satisfecho, primero por un matrimonio, luego por los avatares de la guerra, después las ansias de venganza y, finalmente, el simple paso del tiempo.
-Señora. Su padre pidió que no buscara venganza.
Ya. Pero así no funciona el corazón de una mujer.
Pese a su edición sincopada, esa extrañeza del cine oriental, una grandísima película. Preciosa y profunda.
2 comentarios:
¿Qué te pareció el Stabat Mater de Lentini para ambientar una pelea de kung-fu? Todavía tengo grabada esa escena en la cabeza...
Un fuerte saludo desde Madrid
Me alegro de que te gustara esta peli. No es redonda, es un poco confusa, pero sí que tiene escenas notables.
Confieso que no entiendo muy bien del todo por qué sitúa es "Stábat Mater" ahí. Me cuadraría más cuando Er está de luto. Imagino que viene a ser una anticipo de los deseos que nunca se cumplirán.
En cualquier caso sí es una escena magnífica. Pero yo, como la mayoría, me sigo quedando con la de la pelea con el tren interminable.
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