Pero Yann descubre, pasadas Las Canarias, que lleva un polizón a bordo. Y le descalificarán, claro. ¿Tiro al chaval por la borda?
Me gusta la evolución de Yann. No lo expresa verbalmente pero lo entendemos por sus actos. Su obsesión es ganar. Hasta que en mitad de la regata descubre que lo que le interesa de verdad es la gente: su hija, su pareja, el chico polizón...
Me gusta menos la evolución de otros personajes: la hija (pasa en un chasquido de odiar a la madrastra a quererla) o el polizón (quiero ir a Francia, déjame aquí, voy en la lancha).
Una película maja, con buen rollo y final feliz (no a la americana pero sí a la francesa). Me da a mí que quería contar más de lo que cuenta pero no ha sabido hacerlo.
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