Sensorial, sensual, epidérmica, táctil,
sonora.
Los grandes monumentos de Roma y sus
arrabales, la alta sociedad y los neo-hippies, la paz de un hospicio llevado
por monjas en la mañana y las fiestas Martini con mariachis por la noche.
Roma y sus gentes. Gentes pedantes, cultas,
incultas, pretenciosas. Los famosos y los ex-famosos. Jazz etíope. Gurús del
botox. Cardenales gourmets. Artistas, pintores, prostitutas, escritores, magos,
vividores noctámbulos.
Italianos, japoneses, españoles, árabes. Lo
mejor de Roma son los turistas.
Fantasía, imaginación. Mentira.
Real, irreal y surrealista.
Un encuentro casual con Fanny Ardant.
Y ante la mirada de Gep Gabardella, escritor
de un libro, entrevistador para una revista, mezquino, hedonista, mundano (el
rey de los mundanos), todos ellos están bajo el umbral de la desesperación.
Jirafas y flamencos blancos.
Onírica, alucinada, nihilista.
Vidas vacías por completo.
Y la verdad en boca de una niña:
-No. Tú no eres nadie.
La planificación de Sorrentino, como siempre, exquisita. Maravillosa, en realidad. Pero esta vez se ha pasado de
rosca. Aun así puede ganar el Oscar: es la clase de película que Hollywood ni
siquiera imagina que se pueda hacer y les sorprende.
Me ha gustado. Pero en otras películas logra
lo mismo, y más, sin tanta autocontemplación.
¿Que de qué va? Es la historia de un hombre de
65 años que buscaba la gran belleza sin saber que la dejó escapar cuando tenía
18.