26/12/13

Mucho ruido y pocas nueces

-¡Oh, Dios! ¡Cómo quisiera ser hombre para matarle! ¡Oh, Dios! ¡Si fuera hombre me comería su corazón en medio de la plaza!
Mi aprecio por Joss Whedon aumenta otro poquito tras ver esta película.
Arriesga y le sale bien. Agarra el texto de Shakespeare y lo sitúa en la época actual. Y, además, lo filma en blanco y negro.
Es graciosa por el choque entre los diálogos arcaicos y las situaciones contemporáneas. Pero no sólo por eso. Hay escenas francamente divertidas, muy imaginativas y ocurrentes. Además, el blanco y negro deja algunos planos preciosos.
Hay unos actores que se defienden mejor que otros con el artificio del lenguaje. Pero el conjunto está bastante bien.
Toda esa trama en la que unos intentan componer matrimonios mientras otros los descomponen, muestra su universalidad, una vez más, aunque haya bailes en piscinas, footing y agentes de seguridad con pinganillos en las orejas.

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