La calma, las pausas, tenían en Drive un sentido. Notabas el fluir y el desarrollo de los sentimientos de los personajes. Aquí no tiene sentido alguno porque, en realidad, ni siquiera hay una historia que contar.
Un americano comete un crimen en Bangkok y lo matan. Su hermano considera que es lo que se merecía y lo deja estar. Pero la madre llega dispuesta a montar un pollo. Un poli, que hace las cosas a su manera, tiene sus propias ideas. La confrontación entre los personajes es violencia bestia pero sin razón de ser.
El montaje es otra historia. A veces creí que me habían drogado con algo, pero no. Era Winding Refn quien lo estaba al editar la peli. Una edición caprichosa, absurda, puro antojo.
La cámara lenta y la ausencia de sonido en algunas conversaciones es imperdonable. Aunque lo cierto es que no pasa nada porque no hay nada que decir.
Y en este berenjenal está Kristin Scott Thomas en un papel de perra muy perra. Un botón de muestra:
-Billy violó y mató a una niña de 16 años.
-Estoy segura de que tendría sus razones.
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