El guión lo debió escribir un tío que acababa de aprender a deletrear, queriendo hacer algo parecido a Men in Black. Sin ningún sentido del ritmo ni del montaje ni de las elipsis. Y el director que lo agarró creyó que era The Shield. Un tío sin ningún sentido del ritmo ni del montaje ni de las elipsis.
El guionista es uno de esos que no sabe contar chistes. Nadie se ríe porque no son graciosos ni están bien contados. Y el director, como no ve la gracia, cree que va en serio.
Y en semejante despropósito de malentendidos cruzados, pillan a Jeff Bridges, Ryan Reynolds, Kevin Bacon, Mary-Louise Parker y Robert Knepper, que no saben si están en una de acción, comedia, drama, romántica o histórica.
Se le podría perdonar que fuese incoherente, torpe, excéntrica. Pero la estupidez es una categoría especial, un infierno del que no deberían escapar ni con todos los tornados del mundo.
Una de esas ocasiones en que ignorar la existencia de algo es un regalo. Si no la has visto debes sentirte afortunado.
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