De Palma, hay que admitirlo, fue un maestro a la hora de expoliar. Desde Eisenstein a Hitchcock pasando por Orson Welles. Tomaba grandes escenas y las convertía en viñetas de cómic, abusando de cámara lenta, pantallas partidas y recursos caprichosos sin función narrativa. Todos estos defectos los tiene Carrie a patadas.
Pero fue la película que le dio a conocer, un film extraordinariamente insano, plagado de personajes histriónicos, permanentemente sumido en una atmósfera de locura, un ejercicio de voyeurismo gratuito y en ralentí.
Lo único interesante fue que también se convirtió en la película que hizo célebre a Sissy Spacek, quizá lo único rescatable.
Todo esto viene a que, en un par de meses, se estrenará la nueva Carrie. Espero que Julianne Moore sea una madre más matizada, que Chloë Grace Moretz sea capaz de alcanzar la intensidad de Spacek y que el resto de personajes sean más creíbles que en la versión original.
-Ya eres una mujer.
Y una telépata psicótica.
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