23/6/13

Hannah Arendt

¿Puede haber una osadía mayor que acusar a un judío de colaboracionismo con los nazis?
Hannah Arendt cometió el error de pensar. Más allá del titular periodístico, del cliché, de la verdad oficial. Ella, profesora, filósofa, judía. Porque por encima de nazis, de judíos, de Eichmann, de amigos, está la verdad.
Y la dijo tal como creía que debía decirla. El mal radical, extremo, como ella misma se corrigió, el mal de los totalitarismos, está en el mayor de los pecados. No el egoísmo o cualquier pecado capital. El pecado es no pensar, la renuncia a ser hombre, la aceptación de que el ser humano es prescindible, banal.
Otra película potentísima de Margarethe von Trotta, mejor aún que Visión: La historia de Hildegard von Bingen. Porque también, cinematográficamente, depura su estilo y logra unas interpretaciones imponentes. Barbara Sukowa está descomunal.
Es densa, sí. Y disfrutable plenamente en cada uno de sus 113 minutos. Siempre que quieras pensar, claro, aceptar tu condición humana. Inglés, alemán, hebreo, algo de latín. Porque, sí, es una de esas películas que va a ver la clase de gente que, a la salida, agradecen a los empleados del cine que la hayan puesto en versión original.
Formidable el discurso en el aula abarrotada. Pero me quedo con esa frase aparentemente tonta, que va contra las acusaciones que le hacían a Hannah de ser fría y sin sentimientos, esa frase cuando pide un beso a su esposo:
-Las filósofas, sin besos, no podemos pensar.
Por fin una buena peli, buena de verdad, en meses.

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