6/3/13

Los miserables

Mi resistencia para ver esta película se fundamentaba en algo muy sencillo: ¿por qué hacer una película de un musical con actores? ¿Por qué no con profesionales de la canción?
El mismo problema que con El fantasma de la ópera. Si llevas un musical al cine, deberías currarte las coreografías. Eso o, al menos, poner cantantes. Porque los actores puede que canten bien. Pero no excelente. Algunos, tal vez, mejor que otros, pero sigue habiendo un problema.
Desde luego, Tom Hooper no destaca por sus esfuerzos imaginativos. Su dirección es académica y las coreografías prácticamente nulas.
Y, para entrar en el tema que me condujo a ver la película, el Oscar a Anne Hathaway, debo admitir que lo merece. Lo merece, simplemente, por ese larguísimo primer plano, ese solo imponente que se marca desplegando su capacidad musical y, sobre todo, su acongojante versatilidad interpretativa. Dominando música, sollozos, lágrimas, angustia. Lo que hace Hathaway en ese plano basta para que alguien se gane, con toda justicia, el título de actriz. Y que se lleve el Oscar.

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