Broadchurch tiene la sequedad de The Killing y esos silencios
acongojantes para que fermente el drama. Pero su estilo es muy distinto, desde
la fotografía a la concepción del ritmo. Y, desde luego, es muy distinta la
base de todo ello: la relación entre los dos polis.
Porque, en el fondo, toda trama policiaca,
dejando variantes del caso al margen, tiene mayor o menor peso según la calidad
de la pareja que investiga. En este caso él y ella, el poli experimentado y la
poli local, el poli que llega como inspector y la que tiene que quedarse de
detective viendo como le arrebatan el puesto.Así que, a la espera de su evolución, el episodio piloto es muy prometedor. Me gustan estas series en las que un asesinato no es sólo un asesinato: destapan toda la suciedad de un pueblo con gente que parecía perfecta. Un pequeño microcosmos idílico donde las consecuencias destructoras son muy superiores a la causa que las originó.
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