Supercursi.
Tipiquísima película de Disney. Todo corazón, buen rollito, toques de comedia, sentimentalismo a mansalva. Familiar a tope.
Y realizada de modo impecable y rutinaria. Tienen una máquina en la que metes el guión y cualquier director queda lobotomizado para que lo filme conforme a los estándares de la productora.
Hay cosas buenas como el hecho de que esté presente Jennifer Garner en el papel de mamá de Timothy. Y Dianne Wiest en la que, en mi opinión, es la mejor escena de la película. Ese momento en que Timothy la dibuja y su expresión dura e inflexible se transforma, bajo la mirada honesta del niño, en dulce y amable.
¿Y qué simboliza Timothy? ¿Una especie de Jesucristo post-moderno pasado por un tamiz new-age? ¿La representación del puritanismo yanqui? ¿Una metáfora de los ángeles? ¿Un puñetero gnomo de jardín? Vete tú a saber. Con tal de no ser universales, en Disney inventan lo que sea. Pero eso hace que no conectemos con la peli ni un segundo.
Al menos yo no conecté. Lo de las hojas en las piernas, el destino, el hacer feliz a la gente, sin ninguna explicación, así porque sí, resulta demasiado inaceptable, demasiado marciano.
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