Restaurantes, bares, hoteles y calles se convierten en un caos. Statham va dejando a su paso un reguero de cadáveres y en New York se decreta el estado de sitio: puentes, carreteras, accesos cortados.
¿Se puede ser más fantasma?
Pues nada. Ahí está. Una ensalada de persecuciones, peleas y tiroteos sin medida para los que disfrutan soltando adrenalina, rebobinando para ver cómo fue ese último piño que endilgó nuestro chico.
Iba a decir que, además, el tío ni se despeina. Pero claro, está calvo. Así, cualquiera.
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