4/6/12

Los hijos de los malditos

Rodada 3 años después de El pueblo de los malditos, es sensiblemente inferior. No es una buena película ni en sus planteamientos ni en sus resoluciones, aunque tiene ciertas pretensiones bienintencionadas.
Para empezar, una cuestión estética fundamental: el pelo blanco. Los misteriosos niños han sido despojados de su identificación albina y, aunque parezca una tontería, eso les hace perder muchísimo carácter.
Después, evidentemente, el desenlace de conflictos es extraordinariamente inverosímil, muy pedestre. Los sucesivos asaltos a la iglesia en que se refugian los niños son una sucesión de despropósitos que evidencian la incapacidad para resolver los problemas éticos que la película ha ido planteando.
Y es una pena. Porque, de haber sido buena, podría haber engendrado una interesantísima mitología propia. Sin necesidad de secuelas o remakes. Simplemente la elaboración de un universo complejo con múltiples ramificaciones, argumentos y propuestas.
En una cinematografía plagada de marcianos, vampiros y monstruos tópicos, esos niños son una novedad no resuelta, un misterio, una ambigüedad que debería dar mucho juego.

5 comentarios:

edp dijo...

Es que, sin el detalle del pelo blanco, ¿cómo se distingue un niño "especialmente maldito" de un niño maldito a secas?

Individuo Kane dijo...

"Especialmente maldito".
Hmmm...
Parece que eso significa algo.

io dijo...

¿Te refieres a la diferencia entre un niño maldito y un maldito niño?

Individuo Kane dijo...

Yo creo que va en la línea de que todos los niños, por definición, son malditos niños. Y, algunos, "especialmente malditos".
En cualquier caso, un tema interesante para profundizar.

Individuo Kane dijo...

Pero hay que aclarar una cosa: los niños no están malditos. De hecho, son extaordinariamente inteligentes y saben bastante bien lo que quieren. El problema es que los humanos no sabemos cuál es su plan a largo plazo.
Los malditos son todos aquellos que tienen la desgracia de conocerlos. Empezando por sus madres, que no suelen terminar muy bien paradas.