7/6/12

Cine y fútbol

Llevaba un tiempo dándole vueltas a algo que me preocupaba: ¿por qué se estrenan películas tan flojas/malas en las próximas semanas? ¿Por qué ningún taquillazo, ninguna megaproducción?
Estaba elaborando ya teorías de la conspiración, complejos sistemas paranoicos, sospechas acerca de todo. Se veían implicados la CIA, el gobierno español y las conexiones con el dinero islámico. Me preguntaba también si el repentino auge de Yo soy cani, ese éxito en homenaje a lo facilón y la carencia de buen gusto, tendría algo que ver.
Pero, entonces, un amigo me ha dado una explicación sencilla. Se celebra la Eurocopa. Al parecer, este evento reúne a una serie de equipos de fútbol. El fútbol es un deporte en el que, en vez de dar 22 balones, uno a cada jugador, dan sólo uno, para que se lo disputen conforme a una serie de reglas estrictas que, por desgracia, no permiten los puñetazos, las patadas ni los placajes. Es decir, le quitan cualquier aliciente que pudiera tener.
Y, sin embargo, es el nuevo circo romano, lo que los gobiernos emplean para tener a la gente quieta en sus casas durante la temporada de vacaciones, para que la plebe no piense en incendiar el Parlamento o meter en la cárcel a los ministros. Que es lo que deberíamos estar haciendo.
Sea como fuere, la Eurocopa parece que es algo que ve mucha gente. Tanta que no compensa estrenar buenas pelis.
Y de una cosa que llaman Olimpiadas hablaremos otro día.

2 comentarios:

io dijo...

¿Cómo puedes hablar así del fútbol? ¿No sabes lo que nos estamos jugando? Yo te lo digo: si ganamos la Eurocopa, se acabará la crisis en España, y las deudas, y el paro, y habrá casas para todos, y energía para dar y regalar, limpia, limpísima y el cielo será más azul porque se disipará la contaminación. Así que ¡cómprate una bandera y vete ensayando el himno! Yo te ayudo: Na na na na nanananananananananananá, na na na na na naaaaaá!

Individuo Kane dijo...

¿Ves? Las fantasías que alienta el fútbol son mucho más peligrosas que las paradojas de los viajes temporales.
Y el problema es que, las primeras, la gente se las cree.