20/2/12

Infierno blanco

Machos alfa. Los lobos y la pandilla de humanos.
Una de esas películas en las que acabas pidiendo la hora.
Una de esas películas en las que agradeces que no hablen porque los diálogos dan pena de puro forzados.
Una de esas películas que empieza bien para, poco a poco, congelarse en los fríos de Alaska y dejarte, como único elemento positivo, la belleza de sus parajes.
Pretende ser una película de supervivencia y que te la creas. Pero es altamente inverosímil que batan récords mundiales (ese salto del acantilado a los árboles por encima del río), que violen leyes físicas (ese modo de agarrar la cuerda que se cae al vacío) y que los lobos vuelen (no me explico todavía cómo se llevaron un cadáver en un segundo). En fin, cosas que Stallone en Máximo riesgo no se habría atrevido a hacer porque le habrían llamado fantasma. Aquí Liam Neeson y los otros machos alfa (nosotros somos los animales) las ejecutan bajo la capa de la seriedad.
Para ser una peli de aventuras es bastante tostón. Aunque el toque nihilista de la última escena, tan macho alfa, me hace sospechar que quizá debí verla como un drama metafórico acerca de la fragilidad de la condición humana.
Me paro a pensarlo.
Tampoco cuela.

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