11/1/12

La dama de hierro

-Alguien debe ponerse los pantalones. Esos hombres no tienen agallas.
La película es bastante hagiográfica, cosa que me parece bien, muy bien, porque soy de esos tíos retrógrados que pondría una estatua de la tendera y baronesa Margaret Hilda Thatcher en cada pueblo. Aunque sólo fuese por recordar que ella fue una de las tres personas que se cargó el comunismo. Ellos, los comunistas, fueron quienes le otorgaron tan honroso sobrenombre: dama de hierro.
Pero se queda lejos del nivel de The Queen. Ésta acertaba al elegir un instante de la vida de la reina, sólo uno, y, a partir de ahí, trazaba un perfil. La dama de hierro quiere repasar la biografía entera y, claro, así no hay manera.
Pese a todo tiene bastantes momentos interesantes. Como ese en que habla de los sentimientos y los pensamientos.
Bien. Meryl Streep se sale. Ya sea como Primera Ministra o como anciana con principio de Alzheimer, me deja alucinado.
Y, en fin, se vea como se quiera, en cuanto se fue ella volvieron los cobardes. Allí, aquí o allá. Ni uno solo de ellos ha sido capaz de tener sus tacones.

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