9/12/11

El arte de pasar de todo

Con un retraso de varios meses, una sala tuvo a bien proyectarla, vete tú a saber por qué. La pusieron. Fui.
Chico con pensamientos propios, un poco ingenuo, un poco perdido, buena gente, conoce, como decía la canción de Fito y los Fitipaldes, a la chica, la más guapa, la menos buena.
Me inclino a darle un trato de favor porque, aunque no sea nada del otro mundo, es, tal vez, la única película que he visto sobre adolescentes tratada de modo realista. O, al menos, más realista que el resto. Freddie Highmore me parece más normal, más humano, más diverso, más persona, que todos los demás adolescentes dibujados por el cine actual.
El precio es caro: los demás son bastante tópicos. Incluso, en gran medida, Emma Roberts. Bien es cierto que se esfuerzan por dibujarla con características distintas. Pero, al mismo tiempo, tienen que marcar el contraste con el chico normal: el chico corriente frente a una sociedad de clones. Y no son tan hábiles para construirle una personalidad completa.
Por otra parte, se esfuerza tanto en no ser pretenciosa que casi consigue no decir nada. Creo que el final acaba mejor de lo que debiera.

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