9/9/11

Stella

Vive en un barrio marginal de París. Sus padres tienen un bar y 10 habitaciones que alquilan a inquilinos con tendencia a morir de cirrosis. Stella sabe demasiado de la vida y poco del colegio.
Stella es un ejercicio de nostalgia setentera, un viaje a la infancia de la directora para revisitar cómo un niña (tal vez la propia Sylvie Verheyde, tal vez cualquier niña) se convierte en adulta.
Tierna, conmovedora, triste, desgarrada.
No dice mucho, no cuenta mucho. Pero filmada casi siempre en primeros planos o planos medios, los sentimientos van surgiendo a flor de piel. Lo que se intuye es mucho más de lo que se ve.
Me encantaron los arrebatos de mala leche de la chavala. Qué bestia.
Final abierto, muy abierto. Demasiado abierto. De esas ocasiones en que uno se plantea si sabían o no cómo acabar. Eso de aprovechar la oportunidad suena como un cierre un poco caprichoso.

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